SINODO 2021 - 2024

Hacia la Asamblea de 2024

La sinodalidad denota el estilo particular que califica la vida y la misión de la Iglesia, expresando su naturaleza de Pueblo de Dios que camina y se reúne en asamblea, convocado por el Señor Jesús con la fuerza del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio. La sinodalidad debe expresarse en el modo ordinario de vivir y trabajar de la Iglesia.

¿Cuál es el objetivo de este Sínodo?

Este Sínodo pretende ser un Proceso Sinodal. El objetivo de este Proceso Sinodal no es proporcionar una experiencia temporal o única de sinodalidad, sino más bien ofrecer una oportunidad para que todo el Pueblo de Dios discierna conjuntamente cómo avanzar en el camino para ser una Iglesia más sinodal a largo plazo.

Una pregunta fundamental nos impulsará y guiará: ¿Cómo permite este caminar juntos que la Iglesia anuncie el Evangelio de acuerdo con la misión que se le ha confiado; y qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer como Iglesia sinodal?

"Recordamos que el propósito del Sínodo no es producir documentos, sino plantar sueños, suscitar profecías y visiones, permitir que florezca la esperanza, inspirar confianza, vendar heridas, tejer relaciones, despertar un amanecer de esperanza, aprender unos de otros y crear un ingenio brillante que ilumine las mentes, caliente los corazones, dé fuerza a nuestras manos"

El Tema de este Sínodo

Comunión

La comunión que compartimos encuentra sus raíces más profundas en el amor y en la unidad de la Trinidad. Juntos, nos inspiramos en la escucha de la Palabra de Dios, a través de la Tradición viva de la Iglesia, y nos basamos en el sensus fidei que compartimos. Todos tenemos un rol que desempeñar en el discernimiento y la vivencia de la llamada de Dios a su pueblo.

Participación

La participación se basa en que todos los fieles están cualificados y llamados a servirse recíprocamente a través de los dones que cada uno ha recibido del Espíritu Santo. En una Iglesia sinodal, toda la comunidad, en la libre y rica diversidad de sus miembros, está llamada a rezar, escuchar, analizar, dialogar, discernir y aconsejar para tomar decisiones pastorales que correspondan lo más posible a la voluntad de Dios

Misión

Nuestra misión es testimoniar el amor de Dios en medio de toda la familia humana. Este Proceso Sinodal tiene una profunda dimensión misionera. Su objetivo es permitir a la Iglesia que pueda testimoniar mejor el Evangelio, especialmente con aquellos que viven en las periferias espirituales, sociales, económicas, políticas, geográficas y existenciales de nuestro mundo.

¿Quién puede participar en el Sínodo?

Al convocar este Sínodo, el Papa Francisco invita a todos los bautizados a participar en este Proceso Sinodal que comienza a nivel diocesano.
Juntos, todos los bautizados son el objeto del sensus fidelium, la voz viva del Pueblo de Dios. Al mismo tiempo, para participar plenamente en el acto de discernimiento, es importante que los bautizados escuchen las voces de otras personas en su contexto local, incluidas las personas que han dejado la práctica de la fe, las personas de otras tradiciones de fe, las personas sin creencias religiosas.
Se debe tener especial cuidado en hacer participar a aquellas personas que corren el riesgo de ser excluidas: las mujeres, las personas con discapacidades, los refugiados, los migrantes, los ancianos, las personas que viven en la pobreza, los católicos que rara vez o nunca practican su fe, etc.

ACTITUDES PARA PARTICIPAR EN EL PROCESO SINODAL

¿CÓMO SER UNA IGLESIA SINODAL EN MISIÓN?

1. La pregunta que guía

El proceso sinodal nos ha hecho cada vez más conscientes de nuestra misión. En la Primera Sesión
de la Asamblea, esta conciencia fue “tomando cuerpo” progresivamente, guiando el camino hacia la
Segunda Sesión (octubre de 2024). El tiempo transcurrido entre la Primera y la Segunda Sesión -explica
el documento Hacia octubre de 2024 (11 de diciembre de 2023)- nos ve comprometidos en una nueva
fase consultiva a partir de la pregunta orientadora: ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?
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“El objetivo es identificar los caminos a seguir y los instrumentos a adoptar en los diferentes contextos y
circunstancias, para potenciar la originalidad de cada bautizado y de cada Iglesia en la misión única de
anunciar al Señor Resucitado y su Evangelio al mundo de hoy. No se trata, por tanto, de limitarse al plan
de mejoras técnicas o de procedimiento que hagan más eficaces las estructuras de la Iglesia, sino de trabajar
en las formas concretas del compromiso misionero al que estamos llamados, en el dinamismo entre unidad
y diversidad propio de una Iglesia sinodal” (Hacia octubre de 2024, n. 1).

2. Pasos hacia la redacción del Instrumentum laboris para la Segunda Sesión

A partir de la pregunta orientadora, se abre un nuevo proceso de consulta, con características
diferentes al de la primera fase del proceso sinodal, como se explica en el documento Hacia octubre de
2024, pidiendo a las Conferencias Episcopales y a las Estructuras Jerárquicas Orientales que sean la
referencia para esta parte del proceso y coordinen la recogida de aportaciones de Diócesis y Eparquías,
estableciendo los métodos y el calendario. También llevarán a cabo el estudio en profundidad partiendo
de la misma pregunta orientadora a su nivel y a nivel continental, según se considere apropiado y factible
(cf. Hacia octubre de 2024, n. 1) Las síntesis que recogerán el fruto de esta consulta, por parte de las
Conferencias Episcopales, las Estructuras Jerárquicas Orientales y las Diócesis que no pertenecen a
ninguna Conferencia Episcopal, deberán llegar a la Secretaría General del Sínodo antes del 15 de mayo
de 2024 y servirán de base para la redacción del Instrumentum laboris.
A las síntesis se añadirán otros materiales, a partir de los resultados del encuentro internacional
“Párrocos para el Sínodo” (Sacrofano [Roma], 28 de abril – 2 de mayo de 2024), convocado para
responder a la necesidad, repetidamente expresada durante la primera fase y también durante la Primera
Sesión, de escuchar y valorizar la experiencia de los sacerdotes comprometidos en el ministerio pastoral
en las Iglesias locales, con vistas a su mayor implicación en el proceso sinodal.

3. Perspectivas para explorar

I. El rostro sinodal misionero de la Iglesia local


El Informe de Síntesis aprobado al final de la Primera Sesión reconoce que la corresponsabilidad
de todos en la misión “debe ser el criterio base de la estructuración de las comunidades cristianas y de
la entera Iglesia local con todos sus servicios, en todas sus instituciones, en cada organismo de
comunión” (IdS 18b). La búsqueda del rostro y de los caminos de la Iglesia sinodal misionera implica
directamente a cada Iglesia local, en la pluralidad de los sujetos que la constituyen, sin olvidar que la
tarea de dar testimonio del Evangelio une a todos los bautizados, más allá de las pertenencias
confesionales, en virtud de la común dignidad bautismal.

II. El rostro sinodal misionero de las agrupaciones de Iglesias


En 2015, en su Discurso para la conmemoración del 50 aniversario de la Institución del Sínodo
de los Obispos, el Papa Francisco afirmó que “el segundo nivel del ejercicio de la sinodalidad es el de
las Provincias y Regiones eclesiásticas, los Concilios particulares y, de modo especial, las Conferencias
Episcopales”, refiriéndose a los cánones 431-459 del Código de Derecho Canónico, relativos a las
agrupaciones de Iglesias particulares. Subrayó la necesidad y la urgencia de “reflexionar para realizar
aún más, a través de estos organismos, las instancias intermedias de colegialidad, integrando y
actualizando quizás algunos aspectos del antiguo orden eclesiástico. El deseo del Concilio de que estos
órganos pudieran contribuir a acrecentar el espíritu de colegialidad episcopal no se ha realizado todavía
plenamente. Estamos a mitad de camino, a parte del camino”. Apunta así en la dirección de una “sana
descentralización”, ya expresada en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (n. 16), recogida
después en la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (II,2).

III. El rostro misionero sinodal de la Iglesia universal


El proceso sinodal en curso está dando lugar a un nuevo modo de ejercer el ministerio petrino.
Así, a nivel de la Iglesia universal, se plantea la cuestión de la relación entre la sinodalidad eclesial, la
colegialidad episcopal y el primado del Obispo de Roma (cf. IdS 13a).

IV. El método sinodal


Para abrir las mentes y los corazones a la acogida de Cristo presente en su Espíritu, estamos
llamados a la meditación de la Sagrada Escritura, a la oración y a la escucha mutua, en disposición de
conversión personal y comunitaria. La escucha recíproca, en particular, requiere el ejercicio constante
de prácticas que favorezcan, en todos los niveles de la vida de la Iglesia, la articulación de cuatro
dimensiones: espiritual, institucional, procedimental y litúrgica.
A lo largo del camino recorrido hasta ahora, y especialmente en el curso de la Primera Sesión, la
práctica de la “conversación en el Espíritu” ha sido probada y reconocida como capaz de sostener y
expresar la dimensión espiritual del camino que estamos recorriendo. Practicar la “conversación en el
Espíritu” no significa seguir una técnica codificada, sino emprender un camino que dé expresión a la
naturaleza coloquial per se de la Iglesia, que brota del diálogo con el que Dios mismo, comunicando su
vida, “habla a los hombres como amigos (conversatur), movido por su gran amor y mora con ellos”
(Dei Verbum, n. 2).

V. El “lugar” de la Iglesia sinodal en la misión


El actual proceso sinodal muestra claramente cómo la referencia al principio de “interioridad
recíproca” entre las Iglesias locales y la Iglesia universal favorece el ejercicio sinfónico de la
sinodalidad, la colegialidad y la primacía a distintos niveles (local, regional, universal). El “lugar” en el
que la Iglesia está llamada a vivir la comunión, la participación y la misión está constituido por muchos
“lugares”. Esto no es sólo un hecho, sino que corresponde al modo en que “Dispuso Dios en su sabiduría
revelarse [revelarse en persona] a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad” (Dei Verbum,
n. 2). La relación con Jesucristo -mediador y plenitud de toda la revelación- es siempre contextual:
“tiene lugar”. El “lugar”, en este sentido, es generador de la experiencia creyente. Es también un espacio
hermenéutico en el que “va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas”
(Dei Verbum, n. 8) y el anuncio de la verdad salvífica encuentra expresiones siempre nuevas: el “dónde”
es constitutivo de la forma kerigmática.

 

4. Algunos principios transversales de referencia

La profundización de las perspectivas indicadas puede referirse útilmente a algunos principios
que se aplican a cada una de ellas.
El primer principio es la misión de evangelización como motor y razón de ser de la Iglesia. La
promoción de la figura y de la dinámica sinodal de la Iglesia tiene como finalidad manifestar y apoyar
creíble y eficazmente su misión, que es el criterio último de todo discernimiento. Hay que privilegiar lo
que es más eficaz para el anuncio del Evangelio, encontrando el valor de abandonar lo que se revela
menos útil o incluso un obstáculo. Es este impulso hacia la misión el que hace que el proceso sinodal
no sea un ejercicio en el que la Iglesia se mira en el espejo y se preocupa de sus propios equilibrios,
sino que se proyecta hacia el mundo y la humanidad entera, pidiendo a cada miembro del Pueblo de
Dios que aporte su contribución insustituible. El ecumenismo de la sangre (cf. IdS 7d) nos recuerda con
fuerza que testigos del Evangelio hasta dar la vida son todos los bautizados, sin distinción de pertenencia
confesional: es, pues, la misión común la que constituye el vector del camino hacia la unidad de los 8
cristianos, a partir de formas concretas de colaboración, que debemos seguir promoviendo y
experimentando.

5. Caminando juntos hacia octubre de 2024

Mientras avanza la preparación de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos, también gracias a las orientaciones aquí formuladas, prosigue el trabajo sobre
las otras dos directrices identificadas a partir del Informe de Síntesis de la Primera Sesión.
La primera orientación consiste en mantener viva la dinámica sinodal en las Iglesias locales, para
que un número cada vez mayor de personas pueda vivirla directamente. Reiteramos aquí la invitación
a todas las diócesis a releer el Informe de Síntesis para identificar las sugerencias más significativas
para su situación y, a partir de ellas, activar “iniciativas más adecuadas para implicar a todo el Pueblo
de Dios” (Hacia octubre de 2024, n. 2).
La segunda orientación consiste en profundizar, de manera sinodal, una serie de temas de gran
importancia, que «requieren ser tratados a nivel de toda la Iglesia y en colaboración con los Dicasterios
de la Curia Romana» (ibid., Introducción). Se están constituyendo Grupos de Estudio para profundizar
en los temas identificados, mejor especificados en el documento Temas surgidos en la Primera Sesión
del Sínodo de los Obispos para tratar a nivel de toda la Iglesia y en colaboración con los Dicasterios
de la Curia Romana, difundido al mismo tiempo que éste. «Además, al servicio del proceso sinodal en
sentido más amplio, la Secretaría General del Sínodo activará un “Fórum permanente” para profundizar
en los aspectos teológicos, canónicos, pastorales, espirituales y comunicativos de la sinodalidad de la
Iglesia, también para responder a la petición formulada por la IdS de “se propone promover, en lugar
oportuno, el trabajo teológico de profundización terminológica y conceptual de la noción y de la práctica
de la sinodalidad” (IdS 1p)». Para llevar a cabo esta tarea, contará con la ayuda de la Comisión
Teológica Internacional y de una Comisión canónica establecida al servicio del Sínodo de acuerdo con
el Dicasterio para los Textos Legislativos.
No es posible trazar una línea divisoria clara entre los temas tratados por el trabajo de los
numerosos Grupos activados, a diferentes niveles y en diferentes ejes: hay muchas conexiones, puntos
de contacto e incluso solapamientos. Una de las tareas de la Secretaría General del Sínodo es garantizar
que los trabajos avancen de forma coordinada y a la escucha de los resultados que se vayan obteniendo
en los distintos ámbitos, dando la información adecuada a la Sesión de la Asamblea de octubre de 2024.
Vaticano, 14 de marzo del 2024.